Películas que nunca veré...


...en la cartelera de mi barrio

No es que uno sea tiquismiquis en lo referente a dónde ver una película. La verdad que el cine en casa no está mal. Pero como una sala de cine no hay nada. La primera condición sine qua non es el tamaño (que sí importa). Una pantalla de cine siempre tiene que ser enorme. Si no es así uno no puede sentirse estremecido cuando ve cómo se enciende ante sí ese universo de seres de celuloide. El espectador es sumergido en esa vida que pasa ante sí y no es la suya. Ir al cine es como ir al mar; la mirada ha de perderse a lo lejos, y si miramos de un lado a otro sólo contemplar eso, el mar, sólo el mar, confundido en el horizonte con el cielo. Es algo así como una experiencia oceánica, como decía Freud para referirse a la religión.

La segunda condición es que esa experienc
ia sea compartida con más personas que al igual que tú se clavan a la silla y en silencio esperan ser inoculados de fotogramas en movimiento. Casi nadie dice nada, pero todos saben que alguien más está ahí, viendo lo que tú ves, y sintiendo (quizá) emociones que también son tuyas. Uno puede ir solo al cine, pero si al llegar a la sala estamos acompañados, la diferencia se hace palpable. Una sala vacía es una triste contradicción, un sinsentido no aplicable de igual forma a la experiencia del cine en casa.


Y aún más triste es comprobar cada semana -y más aún en estas fechas casi estivales- el desierto de las taquillas. Muchos estrenos jugosos y poca oferta en las salas. Es un mito esa idea de que en verano no hay buen cine, pero sí es una perogrullada afirmar que las taquillas se saturan en estas fechas de productos infantiles que ya a veces ni gustan a los niños. Pero algo hay que ver, se dice el espectador resignado. Y al final las salas se llenan.

La taquilla no representa más que un reducido mapa del universo de buenas películas que
pueblan la producción anual de cine de calidad. Gracias al videoclub e Internet podemos contemplar cómo ya se estrenaron joyas que se intuyen estupendas, y otras que se estrenarán en breve y que sin remisión quizá ni pasen por las estanterías de los videoclubs de tu barrio. Si acaso las vías subterráneas que aporta Internet nos hagan descubrir esas delicatessen en formatos proletarios que bien podríamos haber visionado en las salas.

Entre esos preestrenos cabe citar algunos que se me antojan suculentos y que si puedo rastrearé sin pudor hasta dar con ellos.

El fin de la inocencia
Director: Michael Cuesta

Nacionalidad: EE.UU., 2006

ESTRENO: 18 de Mayo

Bajo el eslogan "¿Sabes realmente quienes son tus hijos?", abre esta producción independiente que aborda temas trillados pero siempre interesantes como la pérdida de la inocencia y la aceptación del dolor en una sociedad que nos aisla de él bajo el consumista velo de la eterna juventud. Y lo hace a través de la mirada de diferentes jóvenes, reflejo cada uno de la sociedad en la que habitan. Rudy y Jacob son dos hermanos gemelos, iguales y diferentes. Uno, el deportista, valiente y popular; el otro, tímido y marcado por una señal de nacimiento en su cara. Completa el grupo una niña precoz, hija única de una doctora con problemas emocionales, y un chico gordito de familia de gorditos.

Dirige Michael Cuesta, conocido también por L.I.E.: Long Island Expressway, película nominada para seis Independent Spirit Awards, incluyendo mejor película y mejor director, y en la que también aborda su visión del mundo desde la mirada de jóvenes adolescentes afectados por un suceso doloroso. Cuesta ha sido también premiado como director de spots publicitarios, entre otros por el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York. Su nombre está igualmente ligado a la serie televisiva de éxito A dos metros bajo tierra (con guión de Alan Ball, conocido por American Beauty), de la que dirigió numerosos capítulos.


¿Por qué creo que me gustará? Porque siempre me dieron qué pensar las películas que diagnostican la salud de una sociedad a través del devenir de sus retoños. Porque su tráiler suena a fresco, pero sin mermeladas melodramáticas. Porque actúa la turbadora (sin por ello ser turgente) Annabella Sciorra...

Takeshis'
Director: Takeshi Kitano
Nacionalidad: Japón, 2005

ESTRENO: 15 de Junio

Después de su Zatoichi, Kitano -libre como el junco que se mece pero no se rompe- se nos marca una obra deconstructiva (¡será que se está haciendo viejo!), en la que desmonta pieza a pieza su imagen mediática para resucitar renovado en veremos qué otro sustrato. Cosas del zen, donde el yo occidental rehuye la universalidad del concepto para fluir libre de corsés, pero de nuevo empaquetado en la pueril presencia de la pantalla. En Takeshis', Kitano contrapone dialécticamente su doble imagen cinematográfica -la de televisivo payaso amarillo y la de hiperviolento con intenciones intelectuales-, para (espero que sin acierto) deshacerse de ellas, como si de un lastre se tratara. O quizá no, quizá sólo sea un juego posmoderno sobre la facultad poliédrica de todo actor (que en el fondo somos todos) y la aceptación de sus contradicciones.


¿Por qué creo que me gustará?
Porque Kitano me pone, quizá por lo raro, quizá por hacer el cine
que desea hacer, quizá por su visión melancólica del héroe, sin restar por ello poder visual a la escenog
rafía de la violencia. Porque me recuerda que hay que ver de nuevo Hana-bi...

Barakat!
Directora: Djamila Sahraoui

Nacionalidad: Argelia, 2005

ESTRENO: ¡quién sabe!

De la cuarta edición del joven pero interesante Festival de Cine Africano nos llega (en DVD esperemos que pronto) la ganadora del Griot de Arcilla a la mejor dirección de largometraje Bakarat!, de la realizadora argelina Djamila Sahraoui, con residencia en Francia. Es su primer largo, aunque no su primera experiencia cinematográfica. Ya realizó documentales para la France 3.

La historia se ambienta en la Argelia de los 90, con una joven médico como protagonista, que se
esfuerza por ejercer su profesión, a pesar de la guerra civil entre los islamistas y el ejército. Su marido, periodista, ha desaparecido. Ante el silencio de las autoridades, decide ir en su búsqueda junto a otra mujer. Juntas deberán salvar los obstáculos que les impone un país de hombres cerrado a la verdad y la libertad.

No sé si será una especie de Thelma & Louise a la argelina, pero qué más da. Es siempre un gustazo observar cómo -aunque en su exilio francés- las mujeres de países aquejados por el integrismo hablan y cuentan sus historias para que nuestra mirada se desc
ongestione.


¿Por qué creo que me gustará? Porque me gustan las películas que pretenden decir algo y lo dicen sin parecerlo. Porque he visto poco cine africano y me seduce saber más. Porque me ha entrado el mono de ir a Tarifa, y dejarme llevar por su viento, sus olas y su Festival de Cine...


Mientras pasa la sequía estival me contentaré con algunos platos que de seguro caerán en taquilla
y que me harán pasar un buen rato:



Zodiac -del estimulante David Fincher (Seven)-, una de policías y asesino en serie, pero con estética del buen cine político de los setenta (Todos los hombres del presidente).

Ocean's 13, la tercera (¿y la vencida?) entrega de las andanzas de este
grupo glamouroso de ladrones de guante muy blanco y encanto a lo Sinatra. Sólo para condicionales que no les importa ser seducidos por la estética lujosa y canalla a lo Martini de la serie.

Y allá por agosto, Grindhouse
+ Planet Terror, del dúo irreverente Rodríguez & Tarantino, que se nos marca de nuevo un producto de serie Z pero con mucho presupuesto, con chicas mutantes y todo ese elenco de freaks típico de las salas Grindhouse americanas, donde se distribuían allá por los años setenta películas de malísima reputación.

Y si eres padre, Shrek 3 te toca seguro. En fin, el calor derrite el celuloide. Siempre nos quedará la
siesta, la playa y una granizada bien fresquita.

Nos vemos en el cine...

Comentarios

BUDOKAN ha dicho que…
Acertada reflexión de los que significa ir al cine. Me gustó esa frase que ir al cine es como ir al mar. Por lo pronto creo que lo próximo que veré es Zoodiac, Shrek 3 (aún no soy padre) ya me cansó un poco. Saludos.
Matías Cobo ha dicho que…
Yo siempre intento que el ir al cine tenga cierto componente ritual, y sé, casi seguro, que si una cinta es buena, en el cine me emocionará mucho más que viéndola en DVD. Lamentablemente, al no vivir ya en Madrid, muchas de las joyas que antes podía ver en pantalla grande y VO no llegarán nunca a mi ciudad.

De las que comentas, me interesa mucho la de Kitano por ser siempre un tipo con cosas frescas que aportar, y la de Michael Cuesta, a quien ya he seguido a través de la magnífica serie A dos metros bajo tierra.

Pero me tendré que conformar con ver las que tu apuntas al final. Me interesa, sobre todo, el proyecto de Rodríguez & Tarantino y lo último de David Fincher.

Un saludo.
Miski ha dicho que…
Se te ha olvidado la componente humana del cine: patadas en la butaca, risas a destiempo, comentarios soeces, pases delante de la línea de visión, ruiditos de bolsas de chuches, el humo del tabaco, los empujones, los servicios inundados de orina...si fuéramos un país con más respeto no habría espectáculo más maravilloso que una sala de cine repleta de gente disfrutando de la película..."si fuéramos".
Matías Cobo ha dicho que…
Qué razón tienes, Miski. Sin ir más lejos, este fin de semana tuve que soportar (bueno yo, y el resto de los espectadores) a un grupo de adolescentes que, en vista de que con Zodiac no entretenían sus limitadas neuronas, se dedicaron a hablar por el móvil en voz alta y a soltar carcajadas de vez en cuando. Yo ya me lo barrunté cuando vi que se colocaban en la segunda fila, aislados del resto del patio de butacas.

No me explico cómo narices alguien va al cine con el propósito de joderle el visionado de la peli al resto. A punto estuve de llamar al encargado para decirle que invitase a estos díscolos críos a la p. calle, pero no quería autojoderme el visionado de la peli.