DERSU UZALA

[Cortesía de nuestro compañero Alacrán, del blog SIN PASAR POR TAQUILLA]

Revisar este clásico de Akira Kurosawa me ha servido para tres cosas:

La primera: Conceder un margen de confianza al cine asiático, porque había llegado a un punto en el que me cerraba en banda a estas películas. Y me comenzaba a parecer a un compañero de piso que dice que lo único que odia en el mundo es a la gente intolerante y a los holandeses. Y no quiero parecerme a él, vaya.

La segunda: Aprender a salvarme de un vendaval en mitad de la estepa siberiana. Aunque no nos engañemos, si me perdiera una sola noche en las montañas que se ven desde mi casa de Pamplona, probablemente moriría de frío o de hambre, o me comería el oso Camille (toda una institución por estos lares). Por eso seguiré aplicando mi política de ir sólo a lugares adonde se pueda llegar en coche.

La tercera y más importante: Saber a ciencia cierta porqué cuando entrevisto a agricultores sobre temas como la oliva, el pimiento o el espárrago me miran raro. Ellos saben que no tengo ni puta idea de lo que estoy hablando, y al igual que Dersu -y ahora yo también- se saben al dedillo el segundo punto. "Eso en lo que trabajas es una mariconada", parecen decir sus curtidos rostros.

Ahora en serio, un peliculón. Y el Dersu, menudo crack. Esa historia de amistad es tan sencilla, tan profunda y tan sincera, que parece imposible que nos pase a cualquiera de nosotros, pobres animales domésticos.

Nota: Sobresaliente

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