Si me necesitas, silba

Para los que siempre creimos que Bogart es eterno, va la televisión y nos jode la ilusión diciéndonos que no, que murió hace 50 años. Y es que la televisión es un invento diabólico, que te rompe de un plumazo los pocos mitos que te quedan, y que uno atesora como el anillo del Golum.

Y es que comparto la imagen que tenía de Bogart el inseguro (¿fue seguro alguna vez?) Woody Allen en Sueños de un seductor, de Herbert Ross (sí, no es de Allen, aunque sea casi suya exceptuando la dirección). Los mitos tapan los agujeros de nuestra propia alma, y por un momento uno es un héroe griego, o un investigador privado, o el más atractivo agente secreto al servicio de su majestad. Hay para todos los agujeros, por muy grandes que sean. La fontanería del cine no defrauda, os lo aseguro.

Bogart es un de los mitos que han poblado a sus anchas mi
imaginario infantil, adolecente, y aún hoy campa a sus anchas por mi imaginación, desgranando como siempre primeras las frases y poses por las que se hizo inmortal. No lo imagino joven, ni con pelo largo, ni en chandal, y siempre lleva en la fotografía mental que me hago de él un cigarrillo que nunca se apaga. Mira de soslayo, sin importarle aparentemente nada de lo que sucede a su alrededor, pero sólo tienes que silbar y allí estará, para sacarte las castañas del fuego. Pero nunca irá de honesto por la vida; esa pose no va con él. Prefiere dejar a la chica que traicionarse a sí mismo, pero nunca llorará por ello ni pedirá cuentas al cielo. Es esta ambivalencia la que me encanta de Bogart, es su tierna rudeza la que lo hace tan romántico. Por eso no buscó nunca chicas fáciles, que lloraran yendo a mamá a la primera frase lapidaria. Él las deseaba fuertes, no tan cerca que pudiera leerles la mente. Porque para Bogart nada puede ni debe ser fácil. Él sabe que perderá y que en la mirada del perdedor está la elegancia y la heroicidad. Como el Rhett Butler del final de Lo que el viento se llevó: ¡Francamente, nena, me importa una mierda lo que hagas!

Por eso lo escoje para sí otro icono del perdedor con encanto llamado Woody Allen, aunque menos romántico y elegante.





Nos vemos en el cine...




Comentarios

Raquel ha dicho que…
Ya lo dijo la publicidad de Casablanca... Humphrey Bogart es el sueño que toda mujer ambiciona.
Me quedo con el Bogart de "Tener y no tener", el del título, aunque es tan difícil elegir...