Dreamgirls, Bill Condon (2006)
Si no te gustan esos musicales donde los personajes están todo el metraje ensartando una canción tras otra sin parar a cada sentimiento que les sale del alma, pues mala cosa, ésta no es tu película. Aunque, ¡qué diablos!, si te gusta la música, especialmente el soul, quizás te conviertas a la inconfesable religión de los que disfrutan del género. Te lo aseguro. Dreamgirls es un estupendo musical y un sencillo homenaje a los músicos que desde el sello Motown, crearon para el mundo un nuevo sonido del que aún hoy se alimenta la música contemporánea.
Pero no nos pongamos tiernos ni apologetas. Dreamgirls no aporta nada como pseudobiopic o guión. La historia que cuenta es de encefalograma plano. Gracias al Dios Condon, porque lo que de seguro buscó es otra cosa que contar una historia pastelosa mil veces vista sobre el auge y decadencia de un grupo musical. El guión es la escusa –mediocre, pero tan sólo escusa- para hilvanar números musicales, la mayoría de alta calidad, aunque numerosos, lo que hace que la película se cargue en exceso de metraje y aburra al que haya ido al cine de casualidad, engañado por el tráiler o algún amigote entusiasta. A mí mismo se me hizo pesada en alguna ocasión. Pero claro está, aparece a los dos tercios de película ese torrente de voz que es la desconocida aquí en España y nada desde ahora desdeñable actriz Jennifer Hudson y ¡quieto, parado!, el universo se detiene y somos todos orejas para ella.
La banda sonora de Dreamgirls se nutre de adaptaciones actuales de parte del repertorio del musical de Broadway (1981) y de unas cuantas composiciones nuevas. Llegó a representarse más de 1.500 veces y ganó seis premios Tony. Lo protagonizaron Sheryl Lee Ralph, en el papel de Deena, y la legendaria Jennifer Hollyday, en el de Effie. Loretta Devine (que sale en Dreamgirls haciendo un cameo como cantante de jazz, interpretando una versión de I Miss You, Old Friend) encarnaba a Lorrell. Por cierto, Jamie Foxx (que ya se tiró al barro en Ray) y un Eddie Murphy pletórico –es un papel que se ajusta sin excesos a su perfil de showman- cantan unos temitas nada pero que nada mal.
Hubo un tiempo, allá por los 60, en el que las chicas copaban las ondas radiofónicas. A principios de los años 60, grupos vocales femeninos como las Ronettes, Supremes (véase la foto), Marvelettes, Shirel-les, Shangri-las, y muchas más, se habían hecho con el lugar que pocos años antes ocuparon los hombretones del rock and roll. Muchas de ellas, sobre todo las jóvenes negras, eran oriundas de los barrios deprimidos y obreros del norte de Estados Unidos, en ciudades como Chicago, Nueva York, y Detroit. La película recrea libremente –a este referente le debe parte de su encanto- la carrera de uno de esos grupos, The Supremes, que llegaron a la cima gracias a Berry Gordy Jr, fundador de Motown Records, que las lanzó en 1961. El personaje de Thunder, interpretado en la pantalla por Eddie Murphy, es una mezcla entre Little Richard, James Brown, Wilson, Marvin Gaye y Jackie Wilson, todas ellas estrellas de la casa. El personaje del letrista C.C. White está inspirado en el trío de letristas formado por Lamont Dozier y los hermanos Brian y Edward Holland, autores de muchos de los grandes éxitos de la Motown. Las integrantes originales del trío The Supremes fueron Florence Ballard, Diana Ross (nacida por cierto también en Detroit) y Mary Wilson.
Es una triste ironía que del hecho al atrezzo haya un pozo que el cine esconde a las mil maravillas. De ahí que Hollywood sea casi siempre una fábrica de hacer sueños de los que se te pasan los efectos tan pronto como sales de la sala. En realidad, Florence, la Effie de la película, murió en 1976, a los 32 años de edad, completamente arruinada, después de ser sustituida en el grupo por Cindy Birdson en 1967. Mientras tanto, Diana Ross, la Deena (Beyoncé) de la película, ejerció de líder durante más de una década, hasta 1977, año en el que iniciaría su carrera en solitario. Los autores del musical de Broadway cambiaron nombres y fechas para no tener que pagar derechos a los personajes reales. Ross se enfadó mucho y renegó de la obra teatral. Pero fijaros en el vestuario de Deena y comparadlo con la pinta que llevaba la Ross por entonces. Clavadito. Condon no podía llegar más allá en el retrato de esta madame del soul blanco, mucho más compleja y diabólica que como la describe la película. La Beyoncé no lo permitiría, quizá porque ella sea también un icono de esa música de café con leche que degustan los adolescentes de hoy, descafeinada y sin los registros amargos del buen soul. La película no deja bien parado a este soul acomodaticio, aunque a mayor gloria de la taquilla proteja al personaje de Deena para que Beyoncé no parezca una Cruella DeVille.
Por cierto, ¿para cuando una película española sobre el flamenco que no se parezca a un spot folklórico del Ministerio de Turismo? En esto los americanos nos ganan cien a uno -lo digo (con reservas) por el pseudodocumental, intelectualísimo pero estupendamente fotografiado por Storaro, Flamenco, de Carlos Saura. Y a contar con los dedos, que nos sobran, seguro.
Nos vemos en el cine…
Vídeo con la canción "Dreamgirls"
Vídeo de la canción "And I Am Telling You", Jennifer Hudson
Comentarios
Pronto el carnavaaaal eh? Tienes ya disfraz o no?
Un beso y gracias por tu valiosa opinión en mi entrada de hoy.
Un saludo!