Indígenas
Los Otros
Al igual que ya hiciera el díptico de Eastwood con la doble mirada japonesa y americana sobre el asedio a la isla de Iwo Jima, Indígenas (hollywoodizada con el estúpido título de Days of Glory) revela -con un lenguaje más directo y cercano, desprotegido de la tensión dramática, el peso visual y la poética epistolar de aquéllas- la participación de los árabes (llamados despectivamente bougnoules) de las colonias francesas del norte de África (Argelia, Marruecos, Tunisia) en las campañas del Ejército de Liberación Francés durante la Segunda Guerra Mundial, a través de la mirada de cuatro goumiers (Abdelkader, Saïd, Messaoud y Yassir).
El ejército de África participó a partir de 1942 de manera muy activa en la liberación de Francia. La Segunda División del general Leclerc está formada por una mezcla del francés de ciudad, de pies-negros, de libaneses, de argelinos, de marroquíes, de negros de África ecuatorial e indios de los Contadores. Al final, el balance será enorme: 60.000 soldados (occidentales y africanos) del ejército de África fallecen en 1945, es decir, el cuarto de las pérdidas francesas durante todo el conflicto.
Con ello Rachid Bouchareb (conocido por su trabajo anterior, Un pequeño Senegal, igualmente vindicativo de la memoria de los olvidados de la Historia) pretende no sólo resarcir la injusticia histórica cometida con los miles de soldados de origen africano, especialmente magrebí, que aún esperan reconocimiento público y pensiones equiparables (hoy por hoy son una miseria) al resto de veteranos, sino que también nos interpela sobre los prejuicios raciales que más allá del ámbito privado infectan a la propia institución militar.
Así, el personaje de Abdelkader verá frustradas sus esperanzas de ascender de rango en el rígido y nacionalista estamento militar. Saïd descubrirá la vergüenza que siente su sargento ante la posibilidad de que se descubra su origen árabe. Y Messaoud nunca recibirá las cartas que su amada le escribe, ni las suyas pasarán la censura de un ejército que ve con malos ojos el intercambio racial. Todos serán utilizados por Francia y sólo recibirán a cambio la espalda de sus compatriotas. Lo dice todo esa escena con el coche del coronel alejándose en silencio.
Entre las escenas interesantes de esta honesta película cabe destacar esa en la que el sargento responde a las interpelaciones de Abdelkader sobre la falta de formación de los soldados (obligación impuesta por el propio ejército francés a sus huestes). «Saïd, ¿tú quieres aprender a leer? Y Saïd responde: ¿Para qué me serviría?» Sobran los comentarios sobre la relación íntima entre la ignorancia y las guerras.
Por lo tanto, Indígenas no es tan sólo una película antibelicista de corte clásico (ahí está la insuperable Senderos de gloria como referente). También aporta, además de su idoneidad vindicativa, un alegato político contra el racismo que reproduce sin reservas el estamento militar y calla con evidente complicidad el propio Estado.
El director tuvo que acallar las numerosas voces en contra de esta película, dejando clara en algunas escenas que el colectivo de goumiers -famosos (no sabemos si injustamente) por su crueldad y rapiña en las contiendas- no era más que un grupo de personas aquejados del terrible mal de la miseria y la desesperación. El ejército prometía ser una esperanza a su hambruna, y resultó ser, cuando no su tumba, un vivido ejemplo de su papel secundario en la protección y la construcción de su supuesto país.
Es un acierto acercarnos a los ciudadanos europeos temas de actualidad que nos hagan recomponen nuestro mapa del mundo, aunque se presenten en formatos e historias de las de antes. Indígenas es una película honesta (en su compromiso social), con interpretaciones naturales (como la de ese pequeño gran actor llamado Jamel Debbouze), y con unos exteriores y una puesta en escena austeros que nos sitúan con naturalidad en el medio estéril y vacío en el que se fabrica todo conflicto bélico. Sus actores están todos en su lugar, regalándonos interpretaciones sencillas, sin egocentrismos hollywoodienses.
No por ello ha estado Indígenas desprovista de una fecunda polémica (muy extendida en todo cine actual de cierto calado histórico) sobre lo que en ella puede haber de verdad o de partidista defensa de la causa árabe. Unos la tachan de oportunista y parcial, otros de mentirosa e insultante para todo francés que se preste de merecer ese nombre. Algunos refuerzan la teoría de que en realidad los goumiers marroquíes, divididos en bandas más o menos irregulares, combatían sin reglas, llevándose como trofeos cabezas enemigas, viviendo del saqueo y dedicándose a toda clase de salvajadas. Lo cierto es que en Francia esta película ha levantado ampollas aún no curadas (en España ocurre otro tanto cada vez que hablamos de recuperar la memoria histórica de la Guerra Civil).
Sin embargo, no creo que las intenciones del director hayan ido dirigidas a sentenciar una tesis histórica. Más bien parece haber tenido la intención de hacer pensar a los franceses (y por extensión a toda la Europa ilustrada de la corrección política) sobre las paradojas de su historia. La Francia de los Derechos Humanos, la Enciclopedia y el respeto a la diversidad cultural se contrapone con hechos como el que cuenta esta película, que de bien poco nos vale si fueron o no verdad, y sí sirven de perfecta metáfora sobre el presente más próximo.
En la misma dirección, aunque más afilada y distante, dispara sin remordimientos la excelente Caché, de Michael Haneke. La recomiendo a todo aquel que no la haya visto. Una joya.
«Bougnoule, sustantivo masculino que aparece en 1890, significa negro en lengua Wolof (dialecto de Senegal). Utilizado por algunos blancos de Senegal para referirse familiarmente a los negros autóctonos, en el siglo XX este sustantivo se convertirá en un apelativo injurioso que dan los europeos del norte de África a los norafricanos. Sinónimo de “bicot” y de “raton” [El término “bicot”, utilizado comúnmente para designar un cabrito, y el término “raton”, que designa normalmente al mapache, también son utilizados en Francia para referirse despectivamente a los inmigrantes árabes. Nota del Traductor.]»
Dictionnaire alphabétique et analogique de la langue française. Le Petit Robert/ Tome 1, Société du nouveau Littré. 1979.
Nos vemos en el cine…
Comentarios
Un saludo!